8/10/2010
El pasado sábado día 2 de octubre, el Teatro Lope de Vega de Sevilla subía el telón para recibir la visita de la cantaora granadina Marina Heredia. Una visita que se producía en un marco estratégico, en la cumbre flamenca por antonomasia: La Bienal de Flamenco de la capital hispalense, en su decimosexta edición.
El pasado sábado día 2 de octubre, el Teatro Lope de Vega de Sevilla subía el telón para recibir la visita de la cantaora granadina Marina Heredia. Una visita que se producía en un marco estratégico, en la cumbre flamenca por antonomasia: La Bienal de Flamenco de la capital hispalense, en su decimosexta edición.
Un marco en el que Marina Heredia se lució: llegó para presentar su último trabajo (Marina, 2010) -acompañada de su cuadro, de Parrita al cante por bulerías, de Diego del Morao al toque por seguiriyas y de Farruquito al baile por alegrías- y acabó saliendo por la puerta grande. El telón se bajó y el flamenco ganó la confirmación de más de una década de trabajo y talento: Marina Heredia se había consagrado.
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